No sé si Barack Obama es tan temerario como a veces parece, pero lo más probable es que no. Sabe 'surfear' las olas -sebar olas, que decimos en Canarias- y la foto da buena cuenta de ello. Pero guardando la ropa, claro: es el presidente de los EE.UU. y eso no es cualquier cosa, ¿verdad?
No debemos caer en el error de pensar que la recientísima adquisición con dinero público de acciones de la General Motors sea una nacionalización socialista en toda regla, como ya parece celebrar Michael Moore. Porque Obama no es de Krypton y puede por lo tanto sucumbir con facilidad a métodos expeditivos distintos a la kryptonita, que vaya si los hay. No le veo perfil megalómano ni ínfulas suicidas, así que tampoco creo que se sienta como un ser divino predestinado a cambiar el flujo de las mareas o del universo económico de su país y del mundo. Aclarado este aspecto, la operación debe consistir más bien en una 'sebada' de olas monumental. Cuando haya pasado la ola (la crisis, claro), me temo que el proceso de reprivatización de GM será imparable, si antes se ha reflotado. Cambiar las cosas para que nada cambie. ¿Tienen cabida las especulaciones sobre el origen humano de Obama?
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