martes, 9 de junio de 2009

Miedo a Volar


Erica Jong apuntaba en su libro "Miedo a Volar" que toda mujer en su fuero interno anhela un fascista *. Yo ni quito ni pongo, que soy hombre y por lo tanto firme candidato a sospechoso de machismo en primer grado, adopte la postura que adopte al respecto. Lo que sí puedo hacer, ya que así lo extraigo de los resultados electorales de ayer, es extender ese anhelo al común de los mortales, por encima de los sexos y del erotismo. Nuestro fuero interno necesita la mano firme de un líder con voluntad férrea, al que nadie le diga lo que tiene que hacer, cuántas copas de vino puede beber o cómo debe conducir. Alguien que rebose de principios y que no dude en señalar con el dedo a los culpables de nuestra insatisfacción o a los intrusos en nuestra despensa, sin vacilaciones de ningún tipo. Un padre autoritario, que sepa siempre lo que hacer, que nos devuelva a la senda; ¿cuál?; la que él decida. Alguien a quien endiosar y al que, como corresponde a un dios, no se exigirá coherencia o lógica alguna en sus acciones, así nos maltrate o nos ponga a trabajar 65 horas semanales, porque sus motivos tiene, créanme, aunque nosotros, vulgares hijos mal informados y de escaso intelecto, no alcancemos siquiera a vislumbrarlos. El miedo a volar se ha instalado en los corazones como una sombra plúmbea desde Gibraltar hasta los Urales. Se acabó la fe en la política. En Europa ha aterrizado la política de la fe. Hoy es todavía un parlamento lleno de militantes de partidos, mañana nos bastará con un tipo con labia, arrojo e impactante presencia.

Malos tiempos para la duda, los discursos inconexos o la locución cansina. En estos días de desasosiego, la improvisación no vende, ¿verdad, Zapatero?

* El capítulo en cuestión comienza con una cita de Sylvia Plath:
 "Toda mujer adora a un fascista,
bruto corazón de un bruto como tú." 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se permite la entrada, cómo no, a todas las ideas.
Se prohíbe la entrada, cómo no, a cualquier insulto.