martes, 31 de marzo de 2009

La Quinta de Beethoven


Anda el patio muy revuelto últimamente a cuenta del tema del aborto. Al menos andan muy revueltos los 500.000 manifestantes que se apretujaron este domingo en Madrid entre Cibeles y Neptuno, a razón de 40 almas por metro cuadrado (¡!), para protestar contra lo que consideran un asesinato en toda regla. Con el ánimo de aplacar su ira, de calmar en lo posible su atormentada angustia existencial y de poner un poco de luz en el profundo rechazo irracional que les produce el aborto, les remito a este conciso y esclarecedor artículo de Jesús Mosterín en El País, del cual extraigo estos párrafos de muestra:

"El niño es un anciano en potencia, pero un niño no tiene derecho a la jubilación. Un hombre vivo es un cadáver en potencia, pero no es lo mismo enterrar a un hombre vivo que a un cadáver. A los vegetarianos, a los que les está prohibido comer carne, se les permite comer huevos, porque los huevos no son gallinas, aunque tengan la potencialidad de llegar a serlas. Un embrión no es un hombre, y por tanto eliminar un embrión no es matar a un hombre. El aborto no es un homicidio. Y el uso de células madre en la investigación, tampoco." 

"Otra falacia consiste en decir que, si los padres de Beethoven hubieran abortado, no habría habido Quinta Sinfonía, y si nuestros padres hubieran abortado el embrión del que surgimos, ahora no existiríamos. Pero si los padres de Beethoven y los nuestros hubieran sido castos, tampoco habría Quinta Sinfonía y tampoco existiríamos nosotros. Si esto es un argumento para prohibir el aborto, también lo es para prohibir la castidad."

Jesús Mosterín es profesor de Investigación en el Instituto de Filosofía del CSIC. Se nota.


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