domingo, 1 de marzo de 2009

El rayo azul


Quién sabe. A lo mejor, en algún momento de mi niñez, pude haber elegido no inquietarme, echar por la senda fácil de los lugares comunes y familiares, conformarme con las respuestas sencillas y dejar de hacerme preguntas incómodas, dejar de lado la curiosidad y entretenerme repitiendo los mismos gestos día tras día. Pienso que me habría resultado fácil: sólo tenía que dejarme llevar. Después de todo, yo creía en el mundo que mis padres me mostraban día tras día. Creía tan ciegamente como sólo puede hacerlo un hijo que se siente muy querido. Si los muertos se iban al cielo, pues se iban al cielo. Si dios nos miraba desde arriba -yo miraba al cielo azul, azul, azul- es que dios nos miraba desde arriba. Dios era tan real como los reyes magos o el París de Julio Verne con su Torre Eiffel, de los que también guardábamos figuritas o dibujos en casa. E incluso tenía profesores que me hablaban de su existencia y de su naturaleza trina (y aquí siempre me entraba sed). Que dios fuera tres cosas distintas a la vez -padre, hijo y espíritu santo- ni siquiera me parecía algo difícil, tratándose de él. Era, a todos los efectos, una tarea relativamente sencilla para un dios omnipotente. Que yo lo entendiera era lo de menos. Años más tarde, ya saliendo de la infancia, supe que no había nada que entender.

Quiero decir con esto que, cuando aún eres niño, la línea que separa lo real de lo imaginario está aún por dibujarse y seres de ambos lados cruzan esa línea caprichosamente varias veces al día (y por las noches ni te cuento). Así, los superhéroes vuelan, los monstruos acechan escondidos debajo de tu cama o adoptas como hermano pequeño a un oso de peluche, al que abrazas y con el que conversas por las tardes. Con los años y con ayuda de la razón, cada uno de esos seres retorna, probablemente ya para siempre, al sitio al que en realidad pertenece y la línea que los separa queda nítidamente trazada. En algún momento de mi niñez, decía, tal vez pude haber hecho una excepción con dios y convencerle para que se quedara en este lado, junto a París y Julio Verne, mientras lo veía marchar hacia el lado de los monstruos o de los hermanos imaginarios. Pero no se dejó.


1 comentario:

  1. Precioso post. Tema eterno el de la fé y que dá para un debate intenso. Hasta yo quería ser cura en mi mas inocente niñez...
    Hoy viene un interesante articulo del filósofo italiano Gianni Vattimo en El Pais sobre la religión y las creencias. También en las paginas dominicales (y centrales)viene un articulo de Enric Gonzalez muy curioso sobre los Evangelios de San Marcos, su estilo literario y mas cosas
    .http://www.elpais.com/articulo/panorama/relato/cambio/mundo/elpepusocdgm/20090301elpdmgpan_8/Tes
    Por cierto Miguelo, me encantó la página "Diseccionando a El Pais", ya la tengo entre mis favoritas.

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