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Ya sé que me repito más que el ajo, pero el tema de Honduras es que me trae por los caminos de la amargura y la impotencia. Los días pasan. Pasan las horas. Los golpistas se asientan progresivamente en el poder con cada nuevo minuto que ganan detentándolo. Washington parece estar esperando el momento de culpar a Zelaya de cualquier derramamiento de sangre que ocurra en su país. Obama no ha vuelto a abrir la boca, porque alguien debe haber entrado por la puerta secreta del despacho oval para explicarle que se trata de la puesta a punto de una nueva receta triunfal, para cocinar exquisitamente las relaciones internacionales en el siglo XXI. Esa receta es bien sencilla y se puede aprender y reproducir con sólo ver cómo se hace. Incluso se podría denunciar, porque se salta a la torera las más elementales normas de higiene democrática. En tal caso, ¿ante qué autoridad?, ¿el Tribunal Internacional de La Haya?, ¿la ONU?, ¿serviría de algo? Igual sí. Por eso los medios apenas registran lo que pasa en Honduras en estos días o lo hacen de forma sesgada: para que la receta no sea tan evidente. Porque mira que lo es. Aquí la tienen, perfectamente redactada por Máximo Kinast para Argenpress (vía D. Rafael, en su Mojo con Morera). Léanla. No tiene desperdicio. Es tan sencilla que no tendrán ni que memorizarla. Ya lo verán.
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