viernes, 10 de julio de 2009

Ah, me río de verme tan bella...


Que dice la Barberá que por qué no cambiamos las leyes para que se puedan hacer regalos a la clase política sin que eso suponga una contrariedad, un descrédito o un soborno, que para ella viene a ser lo mismo. Trajes a Camps, latas de anchoas a Zapatero, cochazos deportivos o yates de lujo a Juan Carlos. ¡Qué diantres! Ellos también tienen derecho al mimo y al agasajo, igual que los divos de la ópera o los deportistas de élite. La política es tan desagradecida que lo que pide la alcaldesa valenciana habría que verlo como una suerte de compensación o de natural resarcimiento. Si luego el político bien nacido da las gracias mediante tratos de favor, pues sólo estaría aplicando la buena educación más elemental y punto.

Lo bonito del asunto es que, con esta petición, Rita Barberá entona su particular aria de las joyas y viene a decir que a Camps le regalaron los trajes y que realmente no los pagó de su bolsillo. Así pues, Camps mintió al juez, a la prensa y a la gente, que yo ya no sé qué es peor, si luego va y obtiene más y más y más votos de aquellos que parecen disfrutar las mentiras cuando provienen de los suyos.

En "La Vida Según Camps" sólo quedan uno o dos escaloncitos para que acabe lo absurdo. Rita desea convertir esa escalera en un tobogán para la clase política, vista la aquiescencia de la gente. Si no puedes cambiar la realidad, cambia la ley. Se acabó lo de ser un gestor tiquismiquis. Avancemos hacia el futuro sin complejos, como tiene que ser. Vayan preparando las dádivas, que los nuevos líderes las aguardan como si de premios anticipados se tratasen. Este PP, siempre a la más absoluta vanguardia de los cambios.

Porque fíjate tú cómo eran las cosas antes de que nos despertaran: Pilar Miró, por un asunto de trajes pagados con dineros públicos, dimitió sin esperar el auto judicial. La muy tonta.

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