viernes, 3 de julio de 2009

El último graznido


Compungido, desolado, inerme, anonadado, derrotado, atónito, estupefacto, extrañado, pasmado, patidifuso, decepcionado, triste, ensimismado, meditabundo, pensativo, abismado, abobado, boquiabierto, patitieso, alelado, enajenado, tarado, deprimido, fuera de combate, noqueado y, por último, sin palabras. Así estoy yo, más o menos, biorritmo ariba, biorritmo abajo.

Porque he estado esperando sus palabras de alivio durante dos y tres días, sin que llegasen. Porque esperaba verle el lunes pasado a las siete ante la embajada de Honduras en Madrid y no fue (he revisado el poco material fotográfico que ha caído en mis manos y no aparece por ningún lado, nadie me asegura que estuviera, hay quien incluso sostiene que en ese momento estaba en otro lugar). Yo ya no albergo dudas: no fue.

Porque yo le tenía por un recio demócrata, pero no ha querido defender la democracia cuando, como y donde más falta hace, como haría cualquiera. Porque, encima, hoy le ha querido dar visos de legitimidad a todo un señor golpe de estado. Porque él, en definitiva, ha dejado de ser mi ídolo.

Me ha dejado huérfano, el muy desgraciado. Ya no hay consuelo para mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se permite la entrada, cómo no, a todas las ideas.
Se prohíbe la entrada, cómo no, a cualquier insulto.