Zelaya vuelve a Honduras pese a que los autores de la sucesión constitucional le tienen prohibida la entrada... inconstitucionalmente, por cierto, ya que su venerada Carta Magna no reconoce la extradición de los ciudadanos hondureños que tienen, por tanto, derecho a volver a su país en todo momento, presidente incluido.
En el aeropuerto de Tegucigalpa se está congregando la población para darle la bienvenida. Avisando a Zelaya de lo que le espera, al más puro estilo mafioso, Micheletti dice que "no podemos permitir esta temeridad, que muera un presidente de la república, que resulte herido un presidente de la república, que muera cualquier persona".
Efectivamente, cualquiera de esas tres cosas son temeridades, ya que, de pasar alguna, la gente puede ponerse hecha un basilisco y dar al traste con la brillante sucesión constitucional llevada a cabo por el ejército siguiendo las órdenes de los oligarcas hondureños. Escribo estas líneas a las 18:00 horas en la Comunidad Autónoma Canaria, cuando faltan pocas horas para que Zelaya aterrice en su país. La suerte está echada. Que sea buena, presidente.
Son las 00:20 y Zelaya todavía no ha aterrizado en Tegucigalpa. Una multitud ha ido al aeropuerto internacional a recibirle. Micheletti no va a permitir que aterrice y ha ordenado cerrar el aeropuerto. El ejército está actuando con contundencia. Hay dos muertos. La temeridad que no se podía permitir, ha sucedido. Micheletti debe de andar consternado: "Miren lo que nos están obligando a hacer." - pensará.
Son las 00:50 y la pista de aterrizaje de Toncontín está cubierta de tanques y coches blindados. Al avión de Zelaya le queda combustible para media hora más.
01:20: Finalmente, el avión de Zelaya ha tomado tierra en Managua.
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