"Todos aceptamos regalos, yo devuelvo los regalos valiosos." - Esperanza Aguirre, hablando distendidamente en el programa de Ana Rosa Quintana. Continuó diciendo: "tú también aceptas regalos", a lo que la presentadora le replicó al instante y con toda la razón: "pero no es lo mismo".
Me quedo, pese a todo, con la primera frase. Bien mirada, viene a explicar que Aguirre está dispuesta a priori a recoger cuanta dádiva le es otorgada -es de suponer que por cortesía de buen colegio y para no hacerle un feo a nadie- pero, a continuación, somete cada regalo a un filtro valorativo de su cuantía en el mercado. Si su justiprecio es elevado, lo devuelve. La cosa funciona así. Un chollo. Cualquier constructor le puede regalar un reloj de Cartier para caerle bien a su señoría, en la seguridad de que le será devuelto inmediatamente y podrá obsequiárselo a su santa esposa esa misma noche. Eso sí, se deduce también que las patas de jamón -de mucha menor cuantía- se las queda la señora marquesa.
Aquí no se rechaza nada, aquí se acepta todo, pero devuelvo aquello que me pueda comprometer. Una nueva dimensión de la ética y la política. Cuando hablemos de Futuro, hablemos de Esperanza.
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