miércoles, 9 de septiembre de 2009

Reo republicano


Jaume D'Urgell ingresará mañana jueves en prisión por un delito de "ultraje" a España. El ultraje en cuestión ha consistido en encaramarse sobre la puerta de unos juzgados de Madrid y cambiar la bandera bicolor por la tricolor republicana. Esto, en Estados Unidos -por poner un ejemplo de aquí al lado-, no tendría la más mínima importancia, dado que la constitución de ese país -una de las más bellas del mundo, por cierto- da preeminencia a la libertad de expresión sobre los símbolos del estado. Allí es posible, por ejemplo, la quema de banderas de barras y estrellas sin que el hecho merezca nervio alguno por parte de la policía (aunque sí, llegado el caso, el celo atento del departamento de bomberos).

Normalmente, en cualquier democracia, sustituir una bandera por otra, de forma pacífica, no debería de ser visto como cosa distinta a un ejercicio de la libertad de expresión, pero, en España, la ley y algún que otro togado encargado de su interpretación son aún la clara muestra de que la dictadura franquista se empleó a fondo y durante cuarenta años en fomentar a base de bien las conciencias y hábitos jerárquicos de toda la sociedad y de que apenas han pasado treinta años desde su final. Final inconcluso, diría yo, ¿verdad, Bono?

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