martes, 9 de marzo de 2010

Precioso capitalismo neoliberal


Desde la aciaga aparición en nuestras vidas de Thatcher y Reagan con su golpe de estado neoliberal, el capitalismo se ha caracterizado por su efectividad en acentuar, progresivamente y de forma inexorable, las diferencias sociales y de capacidades adquisitivas entre pobres y pudientes, todo ello bajo la bandera de la sacrosanta libertad de mercado, ya por completo centrada en la especulación financiera pura y dura. Cada vez son menos los que tienen más y cada vez son más los que tienen menos que ayer. Progreso, que le dicen. Generar riqueza para redistribuirla mejor (¡ja!). El culmen a tanto desarrollo llega con el pensamiento adolfodominguero de que sólo hay que creer en los derechos que cada uno se pueda pagar (¡toma!).

Por eso, cuando vi al personaje de Precious (en la película homónima) vivir en la forma en que vive -no en Kuala Lumpur ni en Kingstown, sino en plena Nueva York- me reprimí el grito "¡Viva el Capitalismo!" que casi se me escapa de la garganta. Porque un sistema que se basa en que haya gente que malviva de esa forma para que otros puedan tener piscinas doradas con rubíes o fuentes de Pepsi-Cola, en el mismo país, es (y perdón por la expresión) una mierda.

Precious es una película valiente por momentos y es de esas pocas producciones de cine norteamericano que sorprenden por su desnudez y por el alto contenido de realismo social que presentan. En Precious aparecen con voz propia los feos, los morenos, los de pelo tieso, los mal vestidos, los sucios, los borrachos, los drogadictos... Igual que sucede con las víctimas de los terremotos, ellos son la mayoría que nadie ve, los que nunca aparecen en las películas de Hollywood, los que se mueren de verdad en las catástrofes, los que se enferman en las epidemias y los que sufren toda la vida… y a veces ni siquiera saben que las cosas pueden ser de otra manera.

Pero no lancen ustedes los sombreros al vuelo todavía: a pesar de incluir un homenaje literal al Realismo Italiano ("Dos Mujeres", de Vittorio de Sica), al final todo queda reducido a un 'realismo' de corte individual. En su último tramo, la película deviene en un auténtico telefilme de Estrenos T.V., con buenos buenísimos y malos malísimos de la muerte y termina en lo clásico: la iniciativa personal de la protagonista la libera de su desesperada situación (y es que ya sabemos que, en el precioso capitalismo neoliberal, el que no mejora es porque no quiere o porque no se lo curra lo suficiente). El sistema funciona, dicen, y tampoco iba la película a sostener lo contrario, si de ganar Óscars se trata, ¿verdad? Remover conciencias sí, pero sin molestar más de la cuenta. Un poco como Obama, no sé si me entienden.


6 comentarios:

  1. Está claro que el cine americano ha contado desde siempre,y a través de generaciones, con una corriente alternativa de directores que han plasmado en imágenes las miserias y diferencias de clase del pueblo americano, que también las tiene, aunque básicamente, y en muchos casos, el fantasma de la perfección del “american way of life” prevalece sobre todo lo demás. Gracias a gente como John Ford, con “Las uvas de la ira” de John Steinbeck, que relataba las vicisitudes de una familia de granjeros que emigra a California en busca de una Tierra Prometida que no encuentran; el arrepentido delator en la Caza de Brujas, Elia Kazan, con “La Ley del Silencio” y los problemas de los estibadores con las mafias que controlaban las contrataciones en los muelles, o más recientemente desde, Oliver Stone con sus estudios sobre los Kennedy o Vietnam, Coppola, Scorsese, hasta el incombustible Michael Moore, e incluso un Clint Eastwood, que ha criticado abiertamente las corruptelas gubernamentales (Poder Absoluto) o la pena de muerte (Ejecución inminente) entre otros temas, hemos sido testigos de hay lagunas y agujeros en esa moto que nos llevan vendiendo desde la noche de los tiempos, de que su sistema social es la hostia. Pero, es cierto, y coincido plenamente contigo en que, aunque de otro enfoque se trate, siempre se respira un tufillo patriótico y de orgullo hacía su país, llámese consecución de “Oscars” con el consecuente beneficio comercial, reconocimiento definitivo, o lo que sea, pero, si, siempre suelen tener un final feliz, a veces inesperado, a veces injusto, dado el planteamiento de muchos de esos filmes…No han llegado, en ese contexto, al nivel de las obras del Realismo Italiano, e incluso al de España, con gente como Berlanga…

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  2. Exacto, Andrew. Es lo que quería decir. La industria del cine en EE.UU. tolera un cierto grado de denuncia del sistema, pero de ahí no pasa. De la misma forma, el sistema tolera los mensajes emancipadores tipo Obama, pero sólo mientras se queden en simples mensajes.

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  3. Pero al final se trata de un negocio, ¿no?
    El show business. Cualquiera que haga cine quiere que sus películas se vean y recuperar la inversión con creces, para poder seguir viviendo de ello. De qué sirve denunciar algo si luego te tachan de antipatriótico, te vetan, nadie va a verte y te arruinas? Ellos saben lo que hacen, y hasta donde pueden llegar. Los americanos construyeron un sistema y han llegado a ser los líderes del mundo, creen en él. Nadie quiere que se proyecte su película en salas vacías, por eso denuncian pero al final dan lo que el público quiere ver.
    Optan a premios, los ganan, se exportan sus películas, las vemos en Europa y las comentamos. Ganan dinero y vuelven a denunciar más cosas pero "light". Todos contentos.
    Son.

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  4. Me parece perfecto y muy legítimo, Anónimo. Sólo quería hacer ver que, de una u otra forma, la libertad de expresión no es un valor absoluto y garantizado en nuestro sistema, con medios o estrategias muy sutiles y eficaces para acallar conciencias o para frenar la exhibición de la realidad en toda su crudeza. Se puede enunciar cualquier idea, sí, pero de ahí a difundirla masivamente va un trecho. Todo sistema tiende a autoperpetuarse, está claro, no sólo el socialismo cubano o el comunismo chino, por poner dos ejemplos.

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  5. ¿Negocio? En Hollywood, desde luego sí lo es, de ahí la fama que tiene de tragarse a muchos que sucumben a sus encantos y a sus vicios, sin poder desligarse nunca. Pero si consideramos el cine como arte, como cualquier otro tipo de manifestación artística... si además consideramos que en EEUU como en el resto del mundo hay películas: cortos, documentales etc, que quizá no alcanzan las cotas masivas de audiencia, pero no por ello dejan de ser obras maestras, o que gente como Robert Downey Jr.,Brad Pitt, Johnny Deep, Edward Norton...llevan tiempo curtiéndose con directores de cine independiente y bajo presupuesto, que son los que, sin ataduras contractuales, hacen lo que consideran, entonces estamos hablando de cosas diferentes. Comercialidad no implica calidad, lo cual no quiere decir que algo comercial no la tenga, pero supongo que no ha sido ese el objetivo de muchos directores. Durante la Caza de Brujas, en la que el cine tuvo una importancia capital, muchos fueron a prisión por expresar libremente sus ideas, en su tierra la esperanza y la gloria, y al final, hoy sus películas son consideradas obras maestras. ¿O no lo es el Gran Dictador o Tiempos modernos?¿Y no eran comerciales? Y Chaplin fué expulsado y exiliado, hasta que los americanos lo llamaron para disculparse y darle un oscar honorífico. Probablemente la CIA o el FBI tenga hoy en sus ficheros a una serie de actores y directores "non gratos" para el sistema.Es verdad, como dice Miguelo, que se tolera un cierto grado de denuncia, pero no se puede poner toda la carne en el asador, medias tintas, una de cal y otra de arena, con lo cual la idea de la democracia y la libertad total sigue siendo una utopia, incluso para EEUU.

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  6. Que es exactamente a donde quería yo llegar. ¡Gracias, Andrew!

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