lunes, 29 de marzo de 2010

España para los Holandeses


Los asuntos domésticos se suelen resolver entre las cuatro paredes del hogar. Tradicionalmente, el hombre de la casa suele hacer lo que sea necesario para restablecer el debido orden sin percatarse de que sus vecinos, a veces, escuchan alguna voz más alta de la cuenta y ponen su atención en lo que se cuece al otro lado del muro. Lo he dicho otras veces: merced a una especie de franquismo sociológico enquistado, la España más carpetovetónica actúa como si sólo se debiera cuentas a sí misma. Es la famosa autarquía de Franco, que siempre contó con ese fabuloso tabique de a veinte con aislamiento acústico que eran -¿son?- Los Pirineos. Con la impunidad de los que no se sienten observados ni oídos, los señoritos de casta mantienen su costumbre de fustigar a la servidumbre cundo se torna advenediza.

Hasta que la injusticia cometida intramuros trasciende más allá de las fronteras. Llámalo boca a boca, llámalo señales de humo, llámalo radio, llámalo prensa, llámalo T.V. o llámalo directamente Internet, el caso es que los tortazos se han escuchado fuera. Radio Netherlands ha publicado un artículo que no tiene desperdicio y que titula "El Supremo Ridículo". El título ya lo dice todo, pero les adelanto que va de un juez que intenta esclarecer crímenes contra la Humanidad y que es puesto en jaque por otros jueces, a iniciativa de asociaciones fascistas y antisistema, contando con el indisimulado regocijo de toda la derecha. Algo que, desde luego, jamás ocurriría en Holanda.

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