Escucho por la radio que, en estos días, los militares chilenos no preguntan y sí que disparan a matar contra los saqueadores de establecimientos, tras el terremoto que ha sufrido el país. Déjalos. Es que al ejército chileno le va la marcha, ya se sabe. Lo que es una lástima, una verdadera lástima, es que centren todos sus empeños de orden y decoro en esos seres con patas que corren como desesperados, cargando con una nevera a sus espaldas (supongo que los disparos sólo van destinados a los que corren con algo entre las manos). Qué bien les vendría un poco de ese mismo remedio a los ladrones de cuello blanco que desfalcan millones y millones de las cuentas públicas. Ésos sí que son saqueadores de verdad (y no aficionaduchos sobrevenidos a la sombra de un terremoto de 8,8 en la escala Richter, como estos pobres diablos).
Menos mal que esto sucede en Chile y no en Cuba. Así podemos encajar la noticia sin problemas y seguir a lo que estábamos tranquilamente, sin tener que dejarnos la garganta clamando al cielo.
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