Se queja Aznar de que la izquierda de este país le ha "injuriado y difamado hasta límites extremos". Asegura, además, que su imagen ha sido "absolutamente deformada y distorsionada": “Yo he sido transformado en un dóberman, la propaganda electoral del PSOE sacaba imágenes de la Guerra Civil continuamente... Eso es lo que hay, esa es la izquierda que se mueve en este país, una parte de la izquierda que se mueve en este país y que se sigue moviendo".
Se queja y con razón, porque la distorsión es flagrante: de entrada, un dóberman es totalmente incapaz de apoyar o instigar golpes de estado contra gobiernos elegidos democráticamente, un dóberman no le llega ni a la suela de los zapatos a Aznar cuando de declarar guerras o de mentir ante las cámaras se trata y, por último, un dóberman difícilmente podría presentarse ante los medios para hacer público un escrito que expresara su más absoluto rechazo al franquismo (y no digamos su apoyo a la recuperación de la memoria histórica de las miles de víctimas de nuestro fascismo patrio durante la postguerra).
Pero ni la melena al viento ni los abdominales parecen ser suficiente. A ver cuándo esa dichosa izquierda que no deja de moverse entiende de una vez por todas que él, a diferencia de cualquier dóberman, es un intelectual. Aunque mucho me temo que una parte de ella no lo sabrá ver nunca. Es lo que hay. Pobre Aznar.
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