jueves, 14 de enero de 2010

Rajoy y la inclemencia


Es un portento, Mariano Rajoy. Quién lo iba a decir cuando lo de los simpáticos e ingenuos 'hilillos de plastilina'. Más tarde, ya en la oposición, se las ingenió para esculpir el adjetivo 'coloxal', el epíteto 'bobo solemne', la niña, las 'chuches', el primo sevillano que era científico y que no entiende eso del cambio climático...

Y luego están las fotos. Esas impagables fotos: la sarta de tomates agitada con rabia en vísperas de la Navidad; en Navidad, el hombre bueno con sombrero de chef en un comedor de caridad sirviendo sopa caliente mientras fuera cae la nieve y reina la inclemencia; en plena cuesta de enero, el hombre bueno que se indigna cada vez que pasa por una cola del INEM, en medio de la inclemencia; el hombre bueno que, en la inclemencia... ¿Cuál será la próxima foto de Rajoy que se adueñe de las portadas en medio de tanta inclemencia? ¿No les embarga la impaciencia por saberlo? ¿Por verla?

Dicen las malas lenguas que sus propios compañeros de partido no le tienen por un líder natural. Que recelan de su capacidad para ganarse a la gente, queriendo hacer ver que es uno más. Yo creo que se equivocan de cabo a rabo. Rajoy es una estrella en ciernes (¿te acuerdas de cuando al Aznar de la oposición se le echaba en cara no tener carisma?). Sólo le falta un empujoncito más para subir los pocos escalones de La Moncloa. Para mí que lo tiene bien fácil, si persevera por la senda que le trazan sus acertados asesores de imagen. Desde aquí le envío todos mis ánimos y la sugerencia de la foto para el día en que le toque defender el flamenco ante las huestes de Zapatero. Que llegará, al paso que vamos. No lo duden.

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