martes, 26 de enero de 2010

Cuando la mentira es patológica


Hechos demostrados: Hubo una huelga general ampliamente secundada en todo el país. Fue el gobierno de Aznar quien dio la orden de alejar al Prestige de la costa gallega. El decretado cierre de la Fiscalía Anticorrupción permitió a los trileros del poder campar a sus anchas, haciendo de las suyas sin que nos diéramos cuenta. En Irak no había armas de destrucción masiva, cosa que muchos sabían y muchos más intuíamos, pero allí fueron enviados no obstante más de mil soldados mientras se aseguraba que sólo acudían médicos. Los trenes de Madrid fueron reventados por islamistas y no por la ETA. El gobierno español bendijo -si es que no apoyó directamente- el fallido golpe de estado de 2002 contra Hugo Chávez, el presidente democráticamente elegido por los venezolanos. La repatriación de cadáveres del Yak-42 se hizo de la manera más chapucera y vil posible. En Irak no hay democracia ni nada que se le parezca. El Tamayazo existió.

Todo lo anterior es rigurosamente cierto. Pero el PP, en boca de sus líderes, ha sostenido -y anda empecinado en sostener- lo contrario, por aquello de no enmendalla y porque los mentirosos acaban creyéndose las mentiras que dicen, cuando esto obedece a una patología. La penúltima cuenta de este inagotable rosario de mentiras ensartadas en aquellos legendarios hilillos de plastilina consiste en decir que Zapatero, estando aún en la oposición, prometió no permanecer en el cargo de presidente más de dos mandatos. ¿Les suena? Bingo: Aznar fue el que lo dijo (y lo cumplió). ¿A qué más les suena? Bingo de nuevo: Mecanismo de proyección*, se llama.

José María Aznar López, de profesión, conferenciante. A 30.000 € la hora.

* La proyección (Psicoanálisis) es un mecanismo de defensa a través del cual el individuo se enfrenta a conflictos emocionales y amenazas de origen interno o externo atribuyendo incorrectamente a los demás, sentimientos, impulsos o pensamientos propios, que le resultan inaceptables o que le generan negación. Consiste en proyectar cualidades, deseos o sentimientos que producen ansiedad fuera de sí mismo, dirigiéndolos hacia algo o alguien a quien se los atribuyen totalmente.

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