sábado, 17 de octubre de 2009

Escenas celestiales XXVI

- ¿Y todos estos niños? ¿No tienen padres?
- Muchos no, aunque la mayoría sí.
- ¿Y por qué no están con ellos?
- Estuvieron en su momento. Pero ya no, porque se aburren.
- ¿Cómo es eso?
- Al principio tienen miedo de separarse del calor y la protección de los adultos, pero al cabo de cincuenta o setenta años interiorizan que nada malo les puede suceder, porque esto es el Cielo y aquí sólo suceden cosas buenas. De modo que se juntan entre ellos poco a poco cada vez más y de modo natural. Los hay incluso que animan a los nuevos a unirse al grupo desde el principio.
- ¿Y no les entra morriña?
- Una vez a la semana aproximadamente. Pero, pasados los primeros mil o dos mil años, dependiendo del niño, se les pasa. Llega un momento en que se distancian para siempre de la existencia gris de las almas adultas. Se reúnen para jugar y reír y así por toda la eternidad. Ningún adulto podría seguirles el ritmo. Algunos lo intentan, pero acaban resultando algo patéticos, si he de serle sincero.
- Y los niños en el Cielo... ¿no se hacen adultos?
- Eso sólo sucede en la Tierra. Aquí, cada espíritu permanece como fue y, sobre todo, como murió.
- ¿Y a usted le parece correcto esto?
- Es la mejor forma de que la cosa no se nos vaya de las manos, créame.
- Le creo. Le creo.

*IMAGEN: Variación sobre fotografía original de Rafa Avero. Gracias, Rafa.

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