sábado, 10 de octubre de 2009

Escenas celestiales XXV


- ¿Es usted Carl Sagan?
- Creo que sí, pero no estoy seguro.
- Usted es Carl Sagan, el famoso científico y divulgador.
- Y usted no será Dios...
- No, hombre, qué va, ya quisiera yo, ya... Vengo a recibirle en lugar suyo. Ciertos asuntos le retienen en la Tierra.
- ¡Así que Dios existe!
- Pues sí, amigo. Ya ve usted.
- Contra todo pronóstico... resulta que existe y que esto es el Cielo, ¿no es así?
- Sí señor. ¿Qué piensa ahora de sí mismo y de su persistente negación de la existencia de Dios durante toda su vida?
- Pues... qué voy a pensar... que me equivoqué, por supuesto.
- No le duelen prendas en reconocerlo.
- Para nada. Mi pensamiento científico se rinde ante la evidencia.
- ¿No se arrepiente de haber sido ateo toda su vida?
- No habría podido dejar de serlo, por mucho que lo hubiese querido. Créame, yo he echado muchísimo de menos a mis padres desde su muerte hasta ahora. Eso solo ya era motivo suficiente para haber creído en este Cielo, ¿no le parece?
- ¿Y por qué no lo hizo?
- Mi pensamiento científico me demandaba evidencias.
- Y ahora las tiene.
- Eso es. ¿Puedo ver a mis padres?
- De ningún modo, amigo. No pensará que su insultante ateísmo iba a librarse de toda represalia.

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