viernes, 3 de abril de 2009

¡Pónme la otra mejilla, chaval!


Bermejo coincide -tan sólo coincide- en una cacería con Garzón y la derecha mediática y partidaria se pone de un histérico tan despendolado que el ministro de justicia acaba dimitiendo. Granados se cita -¡se cita!- para comer en un restaurante con el juez que instruirá el caso Gürtel, como si esto fuera lo más normal del mundo, y para nada piensa en dimitir, ni nada por el estilo, adónde va usted. Por si faltaran elementos desestabilizadores de la balanza, el nuevo ministro de justicia se ha dedicado a
quitarle hierro al asunto. Dice que no es bueno andar formulando imputaciones o haciendo conjeturas respecto a este tipo de reuniones. Que hay que pensar bien, vamos, aunque venga blanco y en botella. ¿Quiénes son aquí los buenos cristianos que ponen la otra mejilla? ¿Y por qué a los que abofetean no se les recrimina su desfachatez? Aunque sólo sea por vergüenza ajena, ya que a la vista está que no saben lo que es la propia.


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