viernes, 17 de junio de 2011

En una comisaría de Barcelona


Me encantaría saber quién ha sido el sagaz oficial de la policía encargado de seleccionar a los infiltrados en las manifestaciones de Barcelona para hacer el gamberro. Me lo imagino, bien temprano en la mañana, dictando al solícito Peláez la lista de los convocados:

- Peláez, ponga a Fernández, a Ríos y a Pardo, que esos dan el pego total.
- ¿Indumentaria, Señor?
- La típica: vaqueros, camisetas de joven, que alguno se ponga una camiseta sin mangas... que Ríos y Fernández no se afeiten, el aspecto desaliñado siempre ayuda en estos casos.
- ¿Flautas? ¿perros?
- No se pase de gracioso, Peláez.
- Pero, Señor, habrá al menos que poner a alguna que otra mujer, ¿no cree? Ayudará a disimular.
- ¡Joder, Peláez, qué buena idea! Añada a Rosa y a María José en la lista... y a Poli también.
- ¿A Poli, Señor? Es demasiado conocido.
- Pero da el tipo de estudiante bastante bien. Que se ponga gafas de sol y una badana al cuello que le tape bien. Y dígale de mi parte que no adopte esa postura tan suya de pararse con los brazos cruzados, cantaría demasiado.
- No sé si va a poder...
- ¡Que haga el esfuerzo, cojones ya! Y lo más importante...
- ¿Qué, Señor?
- Dígales de mi parte que, por lo que más quieran, intenten poner cara de estudiantes.
- ¿De estudiantes, Señor?
- ¡Que miren con naturalidad y que sonrían si les descubren, leches! Que se les vea relajados, como si sus colegas fueran los de la multitud y no les fuera a pasar nada.
- Señor, no son actores sino agentes.
- ¡¡ Me cago en la... !! ¿Acaso queremos que los identifiquen como secretas infiltrados, Peláez?
- Por supuesto que no, Señor.
- Pues que se les vea como que son del montón. Que mastiquen chicle o que se fumen un porro, si hace falta. No quiero caras tensas ni ojos vidriosos por la adrenalina ni poses intimidatorias en ningún momento. Nos va en ello el prestigio del Cuerpo, Peláez. ¿Está claro?
- ¡Sí, Señor! ¿Algo más, Señor?
- Sí, tráigame un café con leche... y una madalena. ¡Hala, arreando!

En el vídeo se aprecia que, efectivamente, eran agentes y no actores. El atrezzo no estaba del todo mal elegido, pero al final Poli, en cuanto se vió descubierto, no pudo evitar cruzar los brazos de esa forma tan suya y Rosa y María José tampoco dieron demasiado bien a cámara (aunque lo de fumarse un cigarro fue muy bueno). En general, faltó naturalidad por todas partes, tal vez porque no aparecieron amigos entre la multitud en ningún momento o porque no les habían instruido acerca de qué hacer si les pillaban o, mucho peor aún, si les grababan. Se les ve torpes, buscando la retaguardia en un triste garaje y pidiendo un rescate urgente por el móvil. Si hubiera que ponerle un subtítulo a la escena sería: ¡SACADNOS DE AQUÍ YAAAAAAAAAA!

Yo me he inventado los nombres de esta historia... y la historia también. Es pura ficción. Lo único 100% cierto es el vídeo que acompaña a estas líneas. Que cada cual extraiga sus conclusiones. Las mías son las siguientes: que la policía se ponga a alterar el orden, en lugar de a mantenerlo como es su deber, tiene bemoles (por no decir que es delito directamente). Pero que encima sea cobarde, ya es la leche. A estas horas, que yo sepa, nadie del honorable cuerpo se ha atrevido a decir esta boca es mía.

1 comentario:

  1. Bueno, parece que la autoridad competente (??) ha dicho que estos chavales siempre se infiltran. Están ahí para protegernos de los anti-sistema y tal y tal. De los pro-sistema no nos defienden porque son justo quienes les pagan y los que les meten a este tipo de chapuzas...
    Pobrecitos, como tengan que ganarse la vida de actores... El hambre que van a pasar... ;)

    Saludos

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