miércoles, 15 de junio de 2011

El FMI, esa institución... (2)




Continuación de la entrada de ayer.
Entonces, en pleno naufragio del hambre, Malawi hizo algo que los países pobres supuestamente no pueden hacer: le dijo al FMI que se fuera. De repente, volviendo a verse capaces de responder ante su propia gente en lugar de tener que hacerlo ante los bancos extranjeros, Malawi hizo caso omiso de todas las recomendaciones del FMI y retornó a la política de subsidios a los fertilizantes, además de otros servicios destinados a la gente común. En dos años, el país pasó de ser un mendigo a tener una cosecha lo suficientemente abundante como para proporcionar ayuda alimentaria a Uganda y Zimbabwe.

La hambruna de Malawi debería ser un grito de aviso para tí y para mí. Subordinar los intereses de la gente a los de los bancos y especuladores causó entonces aquella hambruna. Apenas unos pocos años más y habrían logrado acabar sin duda con toda la economía del país.

En la historia del FMI, este episodio no es una excepción: es la regla. La organización se hace cargo de países pobres, prometiéndoles la medicina que ha de curarles... y luego les introducen el veneno por la garganta. En mis viajes por todos los rincones pobres de este mundo observo siempre las cicatrices de los 'ajustes estructurales' del FMI, desde Perú hasta Etiopía. Países enteros se han colapsado, después de ser 'FMIzados', siendo Argentina y Tailandia en los 90 los casos más conocidos.

Veamos algunos de los grandes éxitos del FMI:

En Kenia, el FMI insistió en que el gobierno introdujera el pago en las visitas al médico. Esto hizo decrecer en un 65% la asistencia a mujeres que buscaban ayuda o consejo en materias de salud y reproducción, en uno de los países más afectados por el SIDA.

En Ghana, el FMI insistió en que el gobierno introdujera el pago por la escolarización. El número de familias rurales que podían permitirse la educación de sus hijos descendió dos terceras partes.

En Zambia, el FMI insistió en recortar las prestaciones en materia de salud y la cifra de muertes infantiles se duplicó.

Sorprendentemente, parece ser que destinar el dinero de tu país a los bancos extranjeros en lugar de a la población no es una buena estrategia para el desarrollo.

El economista ganador del Premio Nobel Joseph Stiglitz trabajó intensivamente con el FMI por más de una década hasta que lo abandonó y pasó a convertirse en un elemento crítico dedicado a alertar sobre lo que el FMI realmente es. Hace algunos años me dijo: "Cuando el FMI llega a un país, sólo está interesado en una cosa: asegurarse de que los bancos y demás instituciones financieras reciben sus pagos. Es precisamente el FMI quien da vida a los especuladores. No está para nada interesado en el desarrollo o en cualquier otro factor que ayude a ese país a salir de la pobreza."

Continuará mañana.

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