Navegando por internet, me encuentro con un artículo cuyo titular viene a decir lo siguiente: "Los investigadores encuentran cura para el cáncer, pero no es negocio para las farmacéuticas y quizá nunca vea la luz". Supongo que cualquiera que lo lea pensará para sus adentros que no puede ser -como me ha pasado a mí-, que se trata sólo de una noticia sensacionalista y que no merece la pena dedicarle ni un segundo más (aunque por ahí aparezca citada la Universidad de Alberta).
De entrada, una cura para el cáncer, así, en genérico, suena demasiado simple, habida cuenta de las múltiples patologías y distintas manifestaciones de las mismas que el término engloba. Como no soy periodista ni estoy adscrito a código ético alguno, ni me molesto en averiguar qué hay de cierto o en informarles acerca de si es noticia o es sólo rumor. Lo que me llama verdaderamente la atención -hasta la náusea- es la constatación de que la segunda mitad del titular sí que lleva razón: tal cual está el sistema en el que nos movemos, es más que probable que muchos remedios farmacológicos de gran efectividad permanezcan sin comercializar, porque, simplemente, no supongan negocio alguno para las multinacionales que manejan el cotarro. Y eso sí que es miserable -cuando no criminal, directamente-, hablando de salud humana y de medicamentos, aunque no se trate de los que acaben con el cáncer.
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