De euros, por supuesto. Catorce millones cada mes -que se dice pronto- es lo que nos cuesta nuestra participación en la guerra de Libia. Y eso que no intervenimos directamente en el conflicto, sino que amaramos los barcos a varios kilómetros de la costa para ver pasar los días. Y no es que yo quiera acabar con el asueto de las tropas desplazadas al lugar -dios me libre-, pero sí que comparto con Isaac Rosa que, para lo que están haciendo en Libia, agarren el petate y se dirijan a Gaza, a proteger el desembarco de la segunda 'Flotilla de la Libertad', a hacer respetar los derechos de los Palestinos que habitan esa franja y a impedir que el ejército israelí vuelva a hacer de las suyas, asesinando a mansalva a los tripulantes solidarios que, esta vez también, se juegan la vida.
A Javier Ortiz, algún tiempo después
Hace 1 año
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