Continuación de la entrada de ayer.
Veamos el ejemplo más cercano de Hungría. Tras el crack de 2008, el FMI aplaudió a su gobierno por mantener el objetivo de acabar con el déficit a base de aplicar drásticos recortes sociales. El pueblo húngaro, horrorizado, respondió defenestrando al gobierno y votando por el único partido que les prometía hacer pagar a los bancos por la crisis que ellos mismos habían creado. Introdujeron una tasa del 0.7 a los bancos (cuatro veces mayor que en cualquier otro lugar). El FMI se puso histérico, afirmando que esto era un elemento "altamente distorsionador" para la actividad bancaria -a diferencia de los rescates, claro- y advirtiendo de que esto haría que los bancos no quisieran saber nada del país. El FMI canceló todo su programa de ayuda a Hungría a fin de intimidar al país.
Pero el colapso predicho por el FMI no tuvo lugar. Los húngaros continuaron aplicando medidas moderadas, en lugar de hacer caer su peso sobre la población. Establecieron impuestos especiales a los sectores más productivos de la venta al por menor, a las energéticas y a las empresas de telecomunicaciones y tomaron fondos de pensiones privadas para pagar el déficit. El FMI se oponía a cada una de las medidas, demandando insistentemente recortes sociales a las capas más desfavorecidas. Era el mismo manual de siempre, con las mismas amenazas de siempre. Strauss-Kahn había hecho prácticamente lo mismo en todos aquellos países en los que el FMI había operado, desde El Salvador a Pakistán, pasando por Etiopía, países todos ellos en los que los recortes sociales habían sido impuestos a gran escala y de forma drástica.
Si nos tomásemos en serio la idea de igualdad entre los hombres y tuviésemos en cuenta la enorme cantidad de seres humanos que han sido empobrecidos o literalmente muertos de hambre por esta institución, estaríamos discutiendo la creación de una Comisión de la Verdad y la Reconciliación y la forma de desarticular el FMI al completo y empezar a hacer las cosas bien de una vez.
Strauss-Kahn seguramente confundió a la camarera a la que presuntamente agredió sexualmente con un país pobre con problemas económicos. Al fin y al cabo, a todos los presidentes y altos cargos del FMI les ha sido permitido violarlos con impunidad durante todos estos años... y hasta se les ha aplaudido por ello.
Las tres últimas entradas han sido una traducción libre de un artículo de Johann Hari, en The Independent.
Por todo lo que en él figura, que no es poco, y teniendo en cuenta que el FMI es parte importante de ese conglomerado arcano al que los que nos gobiernan llaman 'los mercados', creo que tenemos una importante lección por aprender y un paso muy decisivo por dar. Malawi y Hungría ya lo hicieron. ¿Nos atrevemos nosotros?
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