A o B.
Blanco o negro.
Campo o playa.
Carne o pescado.
Beatles o Rollings.
Barcelona o Real Madrid Manchester.
Zapatero o Rajoy.
López Aguilar o Mayor Oreja.
Todo muy maniqueo. Obedece a estrategias absolutamente primarias de 'márketing'. ¿Por qué no nos saltamos un poquito -aunque sea sólo un poquito- el infantil guión que nos marcan y votamos otra cosa en las europeas? Por falta de opciones no será (1-2-3-4-5-6-7-8-9) y, además, en esta ocasión, nuestro voto vale lo mismo que cualquier otro. Busquemos pues el partido, por humilde que sea, que nos haga más ilusión y votemos, por una vez al menos, con el corazón. Dicho así, puede parecer una chorrada, pero no lo es: Europa es la suma de todos los ciudadanos de Europa. Con nuestras circunstancias materiales, sí, que en estos momentos pueden no ser las mejores, pero también con nuestros anhelos y esperanzas. Nuestros sueños son lo más importante. Señores, sólo se vive una vez, así que fuera miedos e inseguridades y votemos siguiendo la voz de nuestra conciencia personal e intransferible. De lo contrario, ¿de qué clase de libertad hablamos? Háganme caso. De esa forma, barrunto que sólo podemos ir a mejor. Ya sé que no soy Aznar, pero también tengo derecho a hacer mis pinitos en eso de la clarividencia, ¿o no? Amos, digo yo... (iluso que es uno).
Votaremos Miguelo, aunque esperemos que la Europa que anhelamos no se convierta al final en un conjunto de bloques controlados por los neoliberales de siempre, construyendo sus propios imperios, y los habituales controladores del mundo mundial, y todas nuestras ilusiones de prosperidad se vengan abajo, sobre todo en estos momentos en los que las crisis (como a lo largo de toda la historia) las pagamos los de abajo. Por cierto, cuando estés en Manchester (o Roma) envía SMS. Visca Barca
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