jueves, 14 de mayo de 2009

Cinco libritos


Una sensación del todo indescriptible le embargaba cada vez que se dirigía hacia su escribanía, recién duchado y envuelto en una nube con suave olor a colonia. Esto sucedía cada mañana, salvo muy contadas excepciones. Desde el dormitorio eran sólo unos quince metros, apenas treinta pasos, que él recorría con deleite disfrazado de indolencia, paladeando la proximidad de su inminente cita diaria con la Historia, observando a veces cómo los rayos de sol se adueñaban de la estancia a través de los visillos. Instantes fugaces pero intensos, vividos en soledad y no exentos de cierta épica: Sentarse con parsimonia en la silla castellana, acariciar la recia madera de los apoyabrazos, calzarse los delicados anteojos, extraer las notas pergeñadas el día anterior y celosamente guardadas en la fragante bandeja portanotas de cuero de vaca (¡que gran idea de Ana!) y, finalmente, encender el ordenador. ¿Un purito en lo que arranca? No, mejor lo dejo para después. Aquel día no repasó las últimas líneas del escrito. No hacía falta. Se hallaba en la recta final. Tan sólo necesitaba un pequeño impulso más para llevar a término su nueva obra. La quinta, nada menos. Quién se lo iba a decir. En sus tiempos de inspector de hacienda daba por buena la máxima de tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro como requisitos indispensables para ser un hombre de provecho. Pero cinco... Se maravilló de su prolificidad. Es lo que tiene ser un intelectual -pensó-, que las ideas fluyen con naturalidad. Debía haberme dedicado a esto mucho antes. 

Hincó los codos, juntó las manos entrelazando los dedos para apoyar la barbilla sobre los pulgares, contempló el cursor de texto parapadeante sobre el espacio en blanco, aspiró profundamente, mantuvo el aire un buen rato y lo soltó todo en una rápida exhalación. No se lo pensó un segundo más y tecleó: FIN. Te ha quedao niquelao, Jose... -se dijo- ¡Venga ese purito!

¿Les intriga el contenido del libro? Manolo Rico lo describe excelentemente aquí y les aseguro que la crítica no tiene desperdicio, empezando por el título: "Crónicas Marcianas".

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