Le ha salido rana el Twitter a Mariano Rajoy. Lo que sigue es una conversación mantenida por su equipo de redactores con uno de esos malos patriotas que no caben en el grupo de "todos los españoles" a los que Mariano dice representar. La conversación, según Público, fue tal que así:
@Joansinmiedo (15 de septiembre)
"¿sabías que el país de la UE con mayor porcentaje de trabajadores en pymes es la próspera Grecia?".
@marianorajoy (casi tres semanas después)
"Frente a problemas, soluciones. ¿Conoce nuestras propuestas al respecto?"
@Joansinmiedo
"Algunas, como por ejemplo que queréis quitarme el derecho a contraer matrimonio. Fascistas".
@marianorajoy
"¿Podemos pensar diferente sin necesidad de que se nos insulte?"
@Joansinmiedo
"No, en un asunto así, no. Queréis ROBARME mi derecho a contraer matrimonio civil, no lo vamos a tolerar"
@marianorajoy
"Escucharemos a todos y tomaremos una decisión".
@Joansinmiedo
"'todos'. ¿Os habéis creído que mis derechos dependen de a quién preguntéis?"
@marianorajoy
"Trataremos de escuchar a la mayoría, a usted también."
@Joansinmiedo
"MIS DERECHOS NO DEPENDEN DE MAYORÍAS. A ver si os entra en la cabeza ya."
@marianorajoy
"Las reformas legislativas sobre el derecho a la vida también se establecen según la mayoría; como todas."
@Joansinmiedo
"El derecho a la vida también depende de las mayorías. Tremendo, puro nazismo."
@marianorajoy
"No manipule nuestras palabras. Hemos dicho reformas legislativas sobre el derecho a la vida."
@Joansinmiedo
"¿Depende el derecho a la vida de lo que diga la mayoría? Si es que no, ¿por qué mi derecho a casarme sí?"
@marianorajoy
"Estamos seguros que estamos ante un gran demócrata que respeta las opiniones de todos. Como nosotros las suyas. Buenas noches."
@Joansinmiedo
"Yo respeto que opines lo que quieras, pero mis derechos civiles ni tocarlos."
Es bueno que conversaciones como ésta sean del dominio público, en vista de que Rajoy persiste en ser el candidato más críptico de la historia mundial. Da igual que no diga nada: "por sus hechos los conoceréis". Y esta conversación de Twitter, aparentemente intrascendente, es un hecho. Y, por lo esclarecedora que resulta, un hecho de los gordos.
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