Llegó y enseguida se puso a jugar por todos los rincones, y así siguió durante toda la eternidad, sin pensar en otra cosa. Cosas de morir siendo niño.
El que le siguió, en cambio, no hacía nada. No se movió nunca del sitio, se quedó como petrificado para siempre, mirando las cosas que le rodeaban, sin llegar a actuar jamás. Cualquiera se daba cuenta enseguida de que tenía mucha curiosidad, pero era como si no fuera capaz de correr o andar, de hablar o de procesar la información. Cosas de morir siendo bebé.
Luego están aquellos que ni siquiera miran y que se pasan la eternidad chupándose el dedo con los ojos cerrados. Cosas de morir siendo un feto.
Y finalmente están los que, además de no relacionarse con nadie, no se relacionan ni con ellos mismos (ni siquiera se chupan el dedo) y son como almas sin vida. Cosas de morir siendo un embrión.
Tengo entendido que estos dos últimos grupos de almas, al no haber sido bautizadas, no se encuentran en el Cielo, sino en un sitio muy distinto llamado Limbo, en el que no sienten ni padecen. Mejor para ellas. Lo otro sería de una crueldad insoportable.
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