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lunes, 11 de julio de 2011

Zabi


En Afganistán parece ser que existe la costumbre de amenizar las celebraciones de boda con la actuación de un travestido que es contratado para la ocasión. En algunos casos, la celebración va mucho más allá e incluye la muerte y posterior descuartizamiento de ese ser impuro a ojos de Alá. Después, las piezas son enviadas a la familia del pecador, para que aprenda.

Los creyentes de cualquier religión deberían hacer un esfuerzo real en depositar toda la confianza en su propio dios para que fuera éste quien impartiera justicia. Esto de ser ellos quienes tengan que 'ejecutar' (nunca mejor dicho que en este caso) los designios divinos es un marrón tremendo, porque, en un país normal, los asesinos de Zabi estarían ya frente a un juez y no reponiéndose alegremente de su resaca entre los vítores de los vecinos.

Nunca se insistirá lo suficiente en el dicho aquel que dice que "La religión es un insulto para la dignidad humana. Con o sin ella, habría buena gente haciendo cosas buenas, y gente malvada haciendo cosas malas, pero para que la buena gente haga cosas malas hace falta religión."

El caso de Zabi es un claro ejemplo de esto. Conocedor en propias carnes de la hostilidad salvaje que le rodeaba, él mismo pedía que le ayudaran a salir de su país. Ese mismo país al que exportamos 'exitosamente' nuestra democracia hace ya la tira de años y en donde parece que aún quedan unos pequeños flecos por arreglar y que por eso seguimos allí... a bombazos.

martes, 3 de mayo de 2011

El arte de contar historias


Imagínate que todo un país permaneciera invadido durante diez años por el ejército más poderoso del mundo con el pretexto de localizar al terrorista más buscado de la historia. Imagínate que ese terrorista, pese a su pírrico estado de salud, fuera capaz de burlar a los servicios de inteligencia más inteligentes durante todos esos años, huyendo de cueva en cueva y por caminos polvorientos. Imagínate -si todavía puedes- que un buen día lo localizaran viviendo en un chalet de una lujosa zona residencial... ¡en el país de al lado! y decidieran darle matarile ahí mismito, en vez de llevarlo ante la Justicia. Imagínate -ya sé que es mucho pedir- que se trucara una foto del cadáver para tratar de convencer de la muerte del terrorista a la opinión pública mundial, con la idea de que nadie se daría cuenta del trucaje. Imagínate -haciendo un último esfuerzo- que a las pocas horas dijeras a esa misma opinión pública mundial que ya no tienes el cadáver, que lo has 'enterrado' en el mar (sic) siguiendo el rito islámico para evitar las futuras procesiones a su tumba. La película -cómo no- termina con imágenes de los buenos, bailando y festejando como posesos la muerte del forajido al que jamás llegaron a ver en persona. No es la última de Schwarzenegger, sino la sorpresa desconcertante y totalmente inaceptable, por absurda, de ese pedazo de Nobel de la Paz llamado Obama que acaba de blindar, de esa forma tan jaranera, su próxima reelección.

Estoy seguro de que, de todos los guionistas que alguna vez fueron echados a patadas de los grandes estudios de Hollywood por inventarse guiones sin pies ni cabeza, muchos se estarán preguntando hoy qué fue lo que hicieron mal. Sus historias eran más verosímiles.

lunes, 16 de agosto de 2010

No nos podemos ir...


Las potencias occidentales no pueden abandonar Afganistán así, tan de repente y dejándolo a su suerte y, para que quede claro por qué, la revista Time dedica su portada a Bibi Aisha, una joven mutilada por su esposo, conforme a la tradición (eso que tanto gusta de ensalzar Rajoy) y a las costumbres talibanes. Atendiendo al argumento, cualquiera pensaría que la foto es anterior a la presencia de la OTAN en aquellos lares -hace ya casi dos lustros-, cuando en realidad es del año pasado. Si nos vamos ahora -nos vienen a decir-, todas las mujeres afganas acabarán así o peor, las pobres.

Siete años son tiempo más que suficiente para prohibir por ley la mutilación por motivos de honor o los que sean, haya guerra o no en el país. Si no se ha hecho esto ya, es porque no interesa o no conviene... y en ésas estamos. Los datos demuestran que la presunta occidentalización/democratización de la región ni está ni se la espera. Y los hechos demuestran, además, que los civiles afganos caen como moscas cada vez que la OTAN emplea sus particulares medidas 'democratizadoras'. Lo bueno es que nadie sale mutilado de esas operaciones. Vivo tampoco, ciertamente, pero eso es lo de menos, ¿no?