Julian Assante es un periodista australiano muy audaz, que mantiene ahora mismo en jaque al mismísimo Pentágono. La nomenclatura militar de los EE.UU. casi ha puesto ya precio a su cabeza, por contar la verdad. Merced a un vídeo filtrado por un marine con escrúpulos y colgado posteriormente en su web Wikileaks, el mundo entero se ha podido meter en la cabina de un helicóptero Apache destinado en Irak, para comprobar cómo las gasta el ejército norteamericano cuando se trata de abatir civiles -con periodistas entre ellos- como en los videojuegos. Assante asegura que cuenta con 15.000 archivos secretos más sobre la guerra de Afganistán y que, en los próximos días, publicará un vídeo de una nueva matanza de civiles. El Pentágono ha solicitado la ayuda de todos los países occidentales para localizar y neutralizar a Julian, al que ya le han querido adjudicar dos presuntos abusos sexuales en una más que evidente -al menos para la juez de Suecia que así lo ha visto- maniobra de desprestigio de su persona.
Así que si Julian Assante muere en los próximos días a causa de un estúpido accidente doméstico o porque un conductor despistado le pasa por encima, no se sorprendan demasiado. Es que la gente que sólo se preocupa de incordiar a los poderosos apenas logra concentrarse y cuidar por dónde anda.
Poco a poco se descubren los pasteles, aunque, decididamente, y como de costumbre, se intentará por todos los medios que estas imágenes e informaciones permanezcan ocultas hasta su inminente eliminación por accidente fortuito. Las cosas no cambian, desgraciadamente. Y la gente disfruta más viendo imágenes de un alocado fin de semana en Mykonos, que la cruda realidad de los que manejan el armamento en el mundo.
ResponderEliminar