Desde mi casa se divisa un skyline de árboles de más de veinte metros de altura. Es una silueta negra y agreste, coronada por muchísimas estrellas y por algunos edificios que sobresalen. Acabo de regresar de hacer un recorrido por la historia del arte, como quien no quiere la cosa, visitando museos hasta la medianoche. Desde los babilónicos hasta la Modernidad, todo me ha hablado de la voluntad de autosuperación del hombre, de avanzar más allá de las líneas escritas y las por escribir, de comer del fruto prohibido del árbol de la ciencia y la conciencia, pese a quien pese, por simplemente ser honestos con nosotros mismos. Después los hay que no aprecian nada de estas cuestiones tan sinceras y sólo repiten, incansables, "dios, dios, dios...". Los hay que se calzan un alzacuellos para vivir del tema, que de todo tiene que haber, y los hay que prefieren vivir en la ignorancia. Benditos todos. Feliz domingo, señores.
A Javier Ortiz, algún tiempo después
Hace 1 año
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