miércoles, 18 de agosto de 2010

Crónicas de Berlín III


Pon tú que sea porque vivo en el distrito de Berlín que más me gusta y entonces lo veo todo con buenos ojos. Pon también que me han tocado, por extraordinaria suerte, sólo los funcionarios más amables y que los demás son cuadriculados, como se espera de cualquier alemán que se ajuste al dicho español. El caso es que, cada vez que he tenido que arreglar un papel determinado, un funcionario ha venido a buscarme a una sala de espera y me ha pedido que le acompañe a su despacho. Ya dentro, me ha invitado a tomar asiento... ¡a su lado! ¿Para qué? Pues para poder explicarle mi caso con calma, sea el que sea, y para ayudarle a introducir y cotejar cualquier información en su ordenador, no sea que se cuele un error en los archivos (y ya se sabe que cuatro ojos ven más que dos). Curiosa situación: el funcionario y yo, cual compañeros de pupitre, investigando juntos -y al mismo nivel- la mejor manera de darle salida airosa a mi caso concreto. Esto se ha repetido invariablemente todas y cada una de las veces que he tenido que acudir a las autoridades germanas. Hay una palabra del alemán, "Hilfsbereitschaft", que resume ese comportamiento y que significa "predisposición a la ayuda". Dicen que es propia de los funcionarios de la extinta RDA, pero ¿quién podría asegurarlo?

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