La iglesia católica británica, que no goza -ni de lejos- del predicamento gubernamental -léase subvención estatal o vergonzante concordato preconstitucional- de su homónima española, ha decidido cobrar 30 euros a cada feligrés que quiera ver al papa en Bimingham, en su próxima visita al Reino Unido. Aseguran que es la única forma de hacer frente a los cuantiosos gastos del viaje papal. Después de todo, son 30 monedas de nada...
Me parece perfecto y muy justo que los acólitos de una secta se hagan cargo de todos los costes de las idas y venidas de su amado líder y que no les sean impuestos a los demás -gente normal, como usted o como yo-, que ni pinchamos ni rascamos en todo ese aquelarre. A eso hay que sumarle la muy interesante iniciativa de Richard Dawkins, de pedir la detención de Benedicto XVI en cuanto pise suelo británico, por el encubrimiento de casos de pederastia en el seno de la organización que dirige, así como por su tendenciosa prohibición y demonización de los métodos anticonceptivos y, en particular, del condón. Bien por los ingleses.
Y que no se me encabrite nadie por llamar secta a la iglesia católica. Si no recuerdo mal, era el músico Frank Zappa quien decía que la única diferencia entre una secta y una religión es, en todo caso, el montante de su patrimonio inmobiliario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se permite la entrada, cómo no, a todas las ideas.
Se prohíbe la entrada, cómo no, a cualquier insulto.