martes, 9 de febrero de 2010

Si yo fuera presidente


Y aquí estamos. Con un gobierno que ha salido en estampida hacia Londres para convencer al Financial Times y a sus adláteres de que el déficit público español se puede reducir desde el 11% actual a un 3% a poco que nos pongamos -o que nos dejen ponernos- manos a la obra. Sin tiempo aparente para presentar el plan económico al Congreso -a los españoles-, Salgado se ha plantado con él en la City para tranquilizar a los inversores más poderosos del mundo. "No preocuparse, que los socialistas somos neoliberales como el que más", ha ido a aclararles. Parece que a los de siempre nos esperan épocas de vacas famélicas y hay que ir pensando en horadar nuevos agujeros en el cinturón. Debe ser lo que llaman 'refundación del capitalismo', pero yo, que no he estudiado económicas ni nada que se le parezca y no sé hacer la o con un canuto, no acabo de entender de qué va la cosa exactamente.

En mi cortedad de miras, oliéndome la que se nos viene encima y si yo fuera presidente, apostaría por levantarme sobre la marcha de la mesa londinense dando un puñetazo y diciendo: ¡Ciao, Bambini! y me iba a la primera cabina roja de teléfonos que apareciera en mi camino, llamaba a Hugo Chávez -Aló, presidente- y postulaba a España para entrar en el proyecto ALBA como estado de pleno derecho. Pasaríamos directamente a formar parte del Tercer Mundo, es cierto, pero, con el camino que lleva el primero, tampoco me parece tan descabellado. De entrada, no tendríamos que ir mendigando inversiones por los rincones del planeta cual pobres lazarillos de Tormes, precisamente a los mismos tiburones que se han encargado de empeorarlo. Seríamos uno más de esos países que privilegian políticas sociales en detrimento de la dictadura de la economía y del mercado. Lo que Zapatero y su socialismo mantenían hasta ayer mismo, como quien dice.

Discúlpenme el disparate. Debe ser la fiebre y los vapores de eucalipto, que me tienen delirando.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Habría que dar carpetazo a una serie de individuos, los de siempre, que, aunque ahora aparentemente tiemblen, no van a hacer nada por mejorar la situación a menos que saquen rendimiento de ello. Que se queden con sus inversiones y que sus cuentas corrientes comiencen a reflejar lo que las del resto de los mortales. Y nosotros en otro plano.

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