sábado, 10 de septiembre de 2011

Escenas Celestiales CXXVI


Te mueres, tu alma abandona el cuerpo y automáticamente se dirige al Cielo (suponiendo que hayas recibido la extremaunción, claro). Cuando ya has atravesado el túnel de luz del que algunos dicen haber vuelto, se supone que te encuentras con San Pedro (o alguien similar) y que, una vez atravesadas las puertas, ya no hay regreso posible. Imaginemos que tal vez haya almas a las que esto no les alegra en absoluto. Almas aterradas ante la simple idea de tener que relegar su vida en la Tierra a un mero montón de recuerdos. Almas que cruzan el portón mirando hacia atrás, con la deseperación anegando sus sentidos y sus corazones, víctimas de un cierto síndrome de Mauthausen. Almas envueltas en pánico, al verse condenadas a no poder retornar jamás, a no vivir como solían, a no ser ya nunca más personas.

A tales almas, la muerte, con su eterna y total amnesia que no posibilita el más mínimo recuerdo de lo que alguna vez fueron y nunca más serán, les parece un destino mucho más humano... y muy probablemente pasarán el resto de la eternidad añorándolo. Pobres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se permite la entrada, cómo no, a todas las ideas.
Se prohíbe la entrada, cómo no, a cualquier insulto.