En la Köpenicker Strasse del barrio de Mitte, a un kilómetro escaso de Alexanderplatz, hay un enorme edificio industrial que antes albergaba toda una central eléctrica y que ahora es un sensacional espacio destinado a exposiciones y actividades varias. Una de ellas -y muy potente- es Berliner Liste, una feria anual de arte contemporáneo y fotografía (a la que fui invitado por mi amigo Burkhard Witzmann, que también exponía), que en su edición 2011 ha reunido a impresionantes talentos como Stefan Hoenerloh, excelente autor de ciudades fantasmagóricas; Wolf Geyr y sus dioses y banderas del Nuevo Orden Mundial; Mark Khaisman con sus cuadros hechos con cinta adhesiva de embalaje sobre plexiglás (la silla de la foto es una de sus obras expuestas) o la exquisita Tiina Kivinen, con sus delicadísimos trazos de lápiz. Nunca antes había visto yo a nadie dibujar el aire como ella lo hace.
Y si el contenido es grandioso, el continente no lo es menos: la altura del edificio debe de andar por los 20 metros y el hueco interior es de una magnificencia que sobrecoge. El espacio central en la planta baja del TRAFO (así se llama) se destina a bar y cafetería. La cocina, los almacenes y las demás dependencias que han de permanecer ocultas al público se esconden tras unos altísimos muros rojos hechos a base de cajas de refrescos sin marca. Los limitados huecos permiten aventurar el trasiego de las personas en el interior de la inmensa caja atravesada por la luz en forma caleidoscópica. La cafetería en sí misma es también una obra de arte. Sólo estará mientras dure la exposición. No costará apenas esfuerzo desmontarla. Así de fácil, así de genial, así de Berlín.
Geniales artstas (los he luqueado y me parecen increíbles). Debe ser fantástico, un museo con esas características. Un saludo
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