sábado, 22 de agosto de 2009

Escenas celestiales XVIII


En vida, ambos se habían jurado amor eterno hasta que la muerte los separase. Ambos cumplieron el juramento gustosamente. Como cabría esperar, la muerte del primero acabó por separarlos. Sin embargo, la muerte del segundo les permitiría continuar con la unión eterna que tanto se habían prometido y que tanto habían anhelado. Ante esa perspectiva y con ambos ya en el cielo, reunidos para siempre, se les ocurrió brindar con champagne, como habían hecho durante toda su vida cada vez que se maravillaban de haberse conocido.
- Lo sentimos mucho, señores, aquí no hay champagne.
- ¿Ni lo habrá nunca?
- No. ¿Qué sentido tendría? Ustedes ni siquiera pueden bebérselo. Son espíritus, no sé si se han percatado de ello.
Aprendieron a 'vivir' sin su champagne por toda la eternidad. Por si a ustedes les interesa saberlo, fueron felices, pese a todo, aunque en sus devaneos gaseosos de espíritus enamorados echaran de vez en cuando de menos las burbujas.

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