domingo, 9 de agosto de 2009

Domingo misterioso


Hay canciones que te envuelven en atmósferas veraniegas sin esfuerzo aparente, como un reggae, por ejemplo. Otras, como los villancicos, te sumergen en la navidad de sopetón. Y luego están las rarezas que persiguen un efecto y logran el contrario:

Esta vibrante canción pop, Sing Songs Along -de Tilly & The Wall-, que es de lo más alegre y optimista que he podido ver en un gimnasio, me retrotrae al invierno de 2006-2007. Siempre que veo este vídeo, percibo el olor del aire frío en la nariz, escucho las risas ajenas y el tintineo de las copas de cava, veo confetti esparcido sobre la mesa, la boca se me llena de polvorones y me invade una melancolía superior a la propia de las fechas navideñas. ¿Por qué? Sé que esta canción fue la banda sonora de aquellos días de mi vida en que estaba sometido a un incómodo tratamiento de quimio y radioterapia que finalmente acabó con un extrañísimo cáncer (o eso parece, al menos). Las imágenes y la melodía se implantaron en mi cerebro junto a las lógicas sensaciones de temor, inseguridad y desasosiego que padecía entonces. No tengo otra explicación: poseo engramas que aúnan aquella experiencia traumática con imágenes y música en principio alegres, dando como resultado la más profunda melancolía y un frío físico que me recorre todo el cuerpo. Misterios de la música. Casi tan inexcrutables como los del Señor, sin duda. Que ustedes lo pasen bien en misa y después ya, si quieren, me cuentan cómo les fue.

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