Mientras un compasivo Rajoy, anglófilamente infusionista, nos prescribe tila y más tila en su partida hacia las merecidas vacaciones, su socio Carlos Fabra nos recomienda un remedio mucho más español y, según él, mucho más eficaz contra la rabia y la impotencia que nos puede producir ser testigos del compadreo, las risotadas y los guiños de los señoritos amigos, Camps y De la Rúa, en las piscinas de los clubs sociales que frecuenten este verano. Por cierto, a De la Rúa lo llaman algunos De la Grúa, por esa portentosa capacidad que tiene para levantar contenedores llenos de sospechas como si fueran pluma de ave y trasladarlos a la nada de donde nunca más se vuelve, mediante un simple archivo... y sin despeinarse.
El remedio casero de Fabra, les decía yo antes de irme por peteneras, consiste en ajo, agua y resina: A joderse, a aguantarse y a resignarse. ¡Qué! ¿Es español o no es español el remedio? ¡A que sí!
Si no lo pongo en el capítulo de Citas Insuperables es porque sé que Carlos Fabra puede dar de sí mucho más. Qué digo mucho... ¡muchísimo más!
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