domingo, 16 de agosto de 2009

Domingo en la City


Llevo varios días caminando por las amables calles de Londres, paseando con mi compañera y con mi hija, los tres cogidos de las manos. Nos quedan otros tantos días más por disfrutar y muchísimas cosas por ver. Todo es fantástico, hasta la lluvia. Pero qué les voy a contar de Londres que ustedes no sepan... ¿Sabían que el Canary Wharf -la actual zona financiera- recibe ese nombre desde hace más de dos siglos, porque es ahí donde atracaban los barcos mercantes repletos de tomates, plátanos y malvasía, procedentes de las Islas Canarias?

Hay algo grande -muy grande, más grande que ir a misa o que rezar, incluso- en el mero hecho de viajar geográfica o mentalmente, que tanto da. En nuestro caso -hablo por los tres, porque a la vista está-, los meses de ahorro y trabajo obtienen su preciada recompensa en estos breves días en los que el aire huele distinto, la tierra con el cielo se confunde, de afuera viene un eco (viene un eco), y nuestras risas son más plenas.

Desisto de encontrar alguna iglesia católica por aquí. Seguro que la hay, pero estoy de viaje, ¿me comprenden? Vayan a misa, ustedes que pueden. No hace falta que pidan por mí. Ya lo hago yo. Antes que caritativos, sean buenos. Thank you.

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