Wikileaks está poniéndolo todo patas arriba. Se destapan cloacas por donde circulaba un hedor nauseabundo sin que muchos lo supieran, se desnudan las tretas y mentiras y se revelan las miserias de los poderosos, más miserables cuanto más poderosos. Es la consecuencia lógica de disponer de internet, la herramienta perfecta para el trasvase inmediato de información que -¡vaya contrariedad, tú!- no sólo sirve para conocer al momento los índices de bolsa en el otro lado del mundo, sino cosas más desagradables, como las torturas o las presiones y amenazas entre países, cuando no directamente las pestilentes bambalinas de las guerras 'preventivas' que nos libran de todo mal.
El papel de los medios de comunicación habituales también ha sido puesto en cuestión por esta especie de punta del iceberg que es Wikileaks y por todo el peso que tiene debajo, porque cualquiera puede -a poco que indague un mínimo- contrastar entre lo que se le cuenta en los informativos y la realidad. Puede que la globalización esté concentrando el dinero y el poder cada vez en menos manos, pero internet está distribuyendo, en progresión geométrica, la información a todo aquél que la precise (a cada cual según su necesidad), acabando con los monopolios en el terreno de la información. Si tú hoy no sabes algo, es sólo porque no te quieres enterar (yé-yé).
Y así hemos llegado al punto en el que por fin ha habido (está habiendo) una revolución en nuestro plano no virtual, el plano donde los disparos matan y la gente muere de verdad. Está sucediendo en Túnez, algunos ya la llaman la "Primera Revolución Wikileaks" y, como muy bien se pregunta Palinuro, "¿Cómo se saca a decenas de miles de personas a la calle a manifestarse en todas las ciudades de un país, un día tras otro, y a hacer frente a una policía que dispara a matar? ¿Cómo se consigue que vuelvan y vuelvan y vuelvan a pesar de que la cantidad de muertos y heridos aumenta vertiginosamente, que hay toque de queda, que la policía detiene arbitrariamente y tortura en los centros de decisión? ¿Cómo?"
Aquí no hay ayatollahs ni Gaddafis que lideren el proceso y, sin embargo, las gentes salen a la calle y luchan unidas contra el sistema que padecen como si de hecho siguieran las consignas de un líder. La respuesta está en la información a la que todo el mundo va teniendo cada vez más acceso y, sobre todo, a la posibilidad de crear y organizar frentes desde la realidad virtual, comunicándose unos con otros a través de las redes sociales, para lanzarse después a luchar, a sangre y fuego, en las calles de la realidad de verdad, la que duele, la que mata. La red de redes deja de ser virtual. Bienvenidos al futuro.
Ayer leí por ahí que altos mandos del ejército del los EEUU expresan su deseo de acabar con Assange por cualquiera de los métodos habituales: asesinato, cárcel, pena de muerte...dado que las campañas de desprestigio por supuestos abusos sexuales no han funcionado como se esperaba; lo que sea con tal de quitarlo de del candelabro:¡Qué fuerte, sólo por publicar información contrastada y verificada previamente! Aunque no me extraña, ya que las "democracias occidentales" siempre han funcionado así: cosas que pueden saberse y otras que no, por supuesto. No interesa que la gente esté del todo informada, porque luego salen a la calle a protestar, y eso jode...Julian es un héroe de nuestros tiempos, y que dure muchos años.
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