lunes, 8 de noviembre de 2010

Show business


En la jerga particular del mundo de la farándula y el espectáculo, las giras y los conciertos suelen llamarse 'bolos'. Y, como de espectáculos hablamos, podemos decir -sin temor a no ser exactos- que el papa de Roma ha estado de 'bolos' este fin de semana por nuestro país. Han sido dos 'bolos' con un amplísimo despliegue de fuerzas del orden y un enorme seguimiento mediático. Miles Copeland, el otrora manager del grupo The Police, empleó la misma estrategia para encumbrar al grupo a la fama. Tiró de relaciones personales hasta conseguir que a su hermano Stewart, a Andy y a Sting les escoltaran los tanques del ejército filipino durante su paso por Manila, cuando el grupo apenas despertaba el interés de la población. Pero el truco funcionó: la imagen dio la vuelta al mundo y The Police no paró desde entonces de llenar estadios. En este caso, Benedicto XVI juega con ventaja, porque ya todo el mundo sabe quién es y porque cuenta con una legión de seguidores -dicen- que no se perderían ninguna de sus apariciones por nada del mundo. Sin embargo, algo ha fallado inesperadamente, porque en Santiago de Compostela había esta vez más números de las fuerzas del orden que fans. ¿Qué es lo que ha pasado? Quizás que el espectáculo está algo desgastado por conocido, que la estrella no despierta el suficiente interés y que la gente prefiere hacer otras cosas. En resumen, un fracaso de asistencia. Se puede decir, aplicando el mismo símil del show business, que Benedicto XVI 'ha pinchado'. De lo que me alegro profundamente, para qué les voy a mentir. A lo mejor los promotores de estos carísimos espectáculos se lo piensan un poco mejor la próxima vez y nos traen a alguien con más 'tirón'.

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