lunes, 13 de septiembre de 2010

Trece de 475


Un chismorreo que circula por ahí, disfrazado de informe, reúne 475 denuncias por abusos sexuales infantiles en Bélgica, presuntamente llevados a cabo por parte de miembros de nuestra Iglesia y durante casi tres décadas, a partir de 1960. Esto, a nosotros, dignos siervos del Señor, ni nos va ni nos viene, porque no deja de ser una nueva entrega del asedio a la comunidad de los creyentes al que ya estamos más que acostumbrados. Y todo es mentira, como siempre.

Lo que ya no es de recibo es que nos pretendan echar la culpa de que 13 de esas presuntas 475 víctimas se hayan suicidado. A nosotros precisamente, que no dejamos de insistir en que eso del suicidio es pecado mortal y de los más graves. ¡Ateos! ¡Desarrapados! ¡Facinerosos!

NOTA: Espero que los lectores no se tomen a mal el tono jocoso de la entrada. Trece suicidios son siempre trece suicidios de más. Pero es que hay que ser cura, por lo visto, para que no pesen en la conciencia.

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