jueves, 23 de febrero de 2012

El ex marido de Yolanda



Una separación suele ser muy dura en la mayoría de los casos. Más allá de los resquemores y las desavenencias que puedan haber surgido entre los miembros de la ex pareja, existe el dolor por un proyecto de vida truncado, de sueños que se van al garete definitivamente. Por eso, ni entro ni salgo en los motivos que dieron al traste con la relación de Yolanda y su ex marido (si fue culpa de ella, de él o del cha-cha-chá), pero me parece muy sana la actitud de cerrar un capítulo fallido de la vida brindando por lo que fue, confinando determinados objetos personales en una lata de galletas o mandándolo todo a la mierda, al estilo Fernán-Gómez. Por eso, que Yolanda decidiera vestir una camiseta en la que ponía "Mi exmarido es gilipollas" me parece perfecto, igual que me lo parecería si el susodicho hubiera hecho lo mismo o lo hubiera puesto en una pancarta colgada de una avioneta. Son sólo formas de exorcizar los fantasmas interiores y de ayudarse uno mismo a renacer de entre las cenizas.

Pero el ex marido decidió que eso no podía ser, porque atentaba contra su honor (su 'hidalguía' quedaría mejor en este caso, creo) y la denunció ante el juez. El juez, en lugar de desestimar el caso como hubiera sido lógico, decidió también que eso no podía ser, se solidarizó con la hidalguía zaherida del denunciante y condenó a Yolanda por injurias a pagar una indemnización de 2.000 euros a su exmarido y una multa adicional de 240 euros.

En su fallo, el juez dice así: "la palabra gilipollas es incuestionable que atenta contra la dignidad del perjudicado y menoscaba su fama". ¿La menoscaba o la confirma? Yo no sé lo que es el ex de esta mujer, ni el juez que la ha juzgado, pero temo que Yolanda en todo caso cometió el error de poner "gilipollas" en lugar de términos como "cerdo" (en el sentido de que todo en su ex marido es aprovechable), "asno" (en el sentido de que, aunque tozudo, es muy trabajador) o "hiena" (que es de risa fácil). En otra sentencia, también de infausto recuerdo, Del Olmo aseguró que llamar "zorra" a una mujer no tenía por qué considerarse un insulto. Queda en el aire lo que hubiera dicho el juez de haberse dado aquí el caso y Yolanda hubiera sido más precavida, pero es de suponer que no habría salido tampoco bien parada, porque en el fondo de todas estas lamentables sentencias no yacen otras cosas que la caspa, la misoginia y el machismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se permite la entrada, cómo no, a todas las ideas.
Se prohíbe la entrada, cómo no, a cualquier insulto.