- Buenas, ¿para hacerme ángel?
- Departamento de Cambios de Estado, al fondo a la derecha, no es necesario que coja número.
- Vengo sin nada, ¿he de presentar algo? ¿algún papel?
- A lo mejor basta con sus pensamientos. Por casualidad no habrá usted sido policía o militar cuando vivía... ¿campeón de esgrima, tal vez?
- No, ¿por qué?
- Eso habría facilitado las cosas. Rellene por favor este impreso y entrégueselo al recepcionista en cuanto le atienda.
- Pero aquí pone "experiencia con armas, en particular, espadas".
- El cargo de ángel va acompañado de una espada flamígera, ¿que no lo sabía?
- Yo sólo quiero las alas, lo demás se me da una higa.
- Poco talante de ángel le veo, amigo. Para ser un ángel como Dios manda, hay que saber acatar órdenes sin rechistar y hacerlas cumplir sin la menor dilación y una espada flamígera es una herramienta de lo más práctica. El ejército de ángeles vela por el orden y la rectitud de todos en este lugar.
- Pues ya podía Dios haberse inventado un lugar sin ejércitos ni armas ni policía. Menudo...
- ¡Ángeles, arresten a este desgraciado!
Y una nube de ángeles con espadas flamígeras se avalanzó sobre aquella pobre alma, reduciéndola... a cenizas.
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