Televisión Española, ésa que usted y yo mantenemos con nuestro dinero y que tiene como misión informarnos de lo que sucede con imparcialidad -si es que tal cosa existe-, no nos ha contado ni a usted ni a mí que once de sus trabajadores permanecen encerrados en la mismísima Torrespaña desde hace días. Lo hacen en solidaridad con una compañera documentalista, Marisa Agüelles, despedida a sus 61 años con una mísera indemnización de 45 días por año trabajado, según ponía en la carta que le hicieron llegar. El despido fue justo al día siguiente de la Huelga General que Marisa secundó, mira tú qué casualidad, pero eso es lo de menos. Lo de más es que Marisa cometió la temeridad de ir a hablar con los jefazos para preguntarles por las razones y las condiciones de un despido que no entendía y que la dejaba prácticamente en brazos de la indigencia. La respuesta le llegó en forma de un segundo sobre que ya le tenían preparado. En lugar de 45, los días a indemnizar por año trabajado pasaban a ser 8. Esto puede parecerles cruel, pero no es nada comparado con el texto que rubricaba esta nueva y arbitraria decisión. Escrito con todas las letras, ponía: "A ver si esta vez lo entiendes mejor." Un despido torticero. Televisión Española no ha informado de nada de esto y está ocurriendo en su seno. Y yo quiero saber el nombre de este empleado mío y de usted al que le sale tan requetebien ser jefecillo.
La tele de todos, dicen. Menos mal que existe internet.
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