- ¡Es un horror!
- ¿Qué es un horror?
- ¡Esto!
- ¿El Cielo, dices?
- Sí.
- Pero si es fantástico. Nunca has estado en un sitio mejor que éste. Nunca habías sido alma nada más, con lo estupendo que es eso.
- Ya, ya. En eso llevas razón, pero ¡nadie se da cuenta del horror que hay detrás de todo esto!
- No. ¿Cuál es?
- Esto de estar contemplando toooooodo el rato la gloria de Dios. Yo pensaba que Dios se ausentaría alguna vez que otra y nos dejaría tiempo para contemplar otras cosas, pero no.
- Pero contemplar la Gloria Divina es realmente insuperable, ¿no lo crees así? Mírala ahora mismo, fíjate bien... ¡es una pasada!
- Lo es, lo es. Pero llevo diezmilochocientosnoventaysiete días contemplándola sin parar y empiezo a aburrirme. Necesito algún cambio, por mínimo que sea. Algo que me permita imaginar cosas... quiero pensar que durante la eternidad que me espera no voy a estar haciendo todos los días lo mismo.
- Pero eso es lo que tiene estar en el Cielo.
- Puede ser, pero yo siempre me imaginé que no habría cielo... y que, de haberlo, tendría un campo de fresas eterno... y aquí no hay fresas ni nada que se le parezca.
- ¿Recuerdas cómo te llamas?
- Sí, claro, sólo tengo 70 años y aún debería estar vivo. Me acuerdo perfectamente. Me llamo Lennon, John Lennon.
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