Que dice Bono que él siempre pone la equis en la casilla de la Iglesia, aunque le gustaría que el Estado no la financiase. Del mismo modo, digo yo, se podría dar lustre a la hoja de la guillotina ante las cámaras de Versailles Television, mientras se afirma con solemnidad que ese artilugio del demonio no debería utilizarse. Bono quiere despegarse del suelo, agarrándose por la pechera.
Tengo un amigo que se empadronó recientemente con su familia en Viena. En la hoja de empadronamiento se les preguntaba por su religión y marcaron 'católica', casi sin pensar. A partir de entonces, un porcentaje nada desdeñable de sus ingresos va a parar a las arcas de la secta vaticana y lo más sorprendente es que no les está permitido arrepentirse de su acción. Si quisieran dejar de pagar el dineral que ahora mismo están obligados a soltar cada trimestre para financiarle los oros a Benedicto, tendrían que empezar por apostatar en su parroquia de origen, lo cual no resulta nada sencillo. Han tratado de hacerlo, pese a todo, y han recibido al momento una carta del Obispo de Viena, muy dolido ante un nuevo caso de pérdida de fe, conminándoles a reconsiderar su actitud y a retornar a la senda correcta, para mayor gloria de Dios.
Así pues, en Austria, cada cual alimenta con coherencia monetaria al credo que más feliz le hace y el estado permanece al margen de todo ese entramado de cultos (sic) y esoterismos varios. No sé por qué no se hace lo mismo -pero ya- en España, cuna de fervientes adoradores del Papa. De entrada, una única declaración de fe, hecha en un momento de descuido, te ataría de por vida y te liberaría de tener que tachar cada año la dichosa casilla, para mayor gloria de Bono.
¿Qué hago? ¿Le escribo a Bono para contarle la idea austríaca? Me parece que ésa es la salida que está buscando, para no tenerlo que pasar tan mal, poniendo la dichosa 'X'. Ni más ni menos.
Tengo un amigo que se empadronó recientemente con su familia en Viena. En la hoja de empadronamiento se les preguntaba por su religión y marcaron 'católica', casi sin pensar. A partir de entonces, un porcentaje nada desdeñable de sus ingresos va a parar a las arcas de la secta vaticana y lo más sorprendente es que no les está permitido arrepentirse de su acción. Si quisieran dejar de pagar el dineral que ahora mismo están obligados a soltar cada trimestre para financiarle los oros a Benedicto, tendrían que empezar por apostatar en su parroquia de origen, lo cual no resulta nada sencillo. Han tratado de hacerlo, pese a todo, y han recibido al momento una carta del Obispo de Viena, muy dolido ante un nuevo caso de pérdida de fe, conminándoles a reconsiderar su actitud y a retornar a la senda correcta, para mayor gloria de Dios.
Así pues, en Austria, cada cual alimenta con coherencia monetaria al credo que más feliz le hace y el estado permanece al margen de todo ese entramado de cultos (sic) y esoterismos varios. No sé por qué no se hace lo mismo -pero ya- en España, cuna de fervientes adoradores del Papa. De entrada, una única declaración de fe, hecha en un momento de descuido, te ataría de por vida y te liberaría de tener que tachar cada año la dichosa casilla, para mayor gloria de Bono.
¿Qué hago? ¿Le escribo a Bono para contarle la idea austríaca? Me parece que ésa es la salida que está buscando, para no tenerlo que pasar tan mal, poniendo la dichosa 'X'. Ni más ni menos.
¡¡Que fuerte, por Dios!!
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