sábado, 28 de noviembre de 2009

Escenas celestiales XXXII


- Llevo ya recorrido casi todo este lugar.
- Eso no es posible. El Cielo se supone infinito.
- Pues eso sí que no puede ser, porque lo ocuparía todo y entonces la Tierra y el Sol y los planetas y las estrellas no dispondrían de espacio para existir.
- ¿Y estás seguro de que existen?
- Por supuesto. En vida, yo era un gran aficionado a la astronomía.
- Bueno, vale. Supongamos que el Cielo es finito. ¿Cómo estás tan seguro de haberlo recorrido casi todo? Aquí no hay señales, ni postes de la luz, ni marcadores de distancia. Tampoco hay referencias tangibles para reconocer los lugares en los que hayas estado.
- Pues lo sé, porque hace ya tiempo que no veo nada nuevo. Todo son repeticiones. Me encuentro y me vuelvo a encontrar con las mismas almas, una y otra vez. Los mismos discursos. Los mismos saludos. Me siento un viajero en el final de su viaje.
- Pues eso es una desgracia, porque aún tienes toda la eternidad por delante.
- La eternidad... Hay que ver cómo es el tiempo... Aún recuerdo como si fuera ayer el día que llegué aquí.
- Es que fue ayer.

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