sábado, 21 de noviembre de 2009

Escenas celestiales XXXI


- Aquí hay todo tipo de gente, ¿no?
- De almas, hijo, de almas. Todo tipo de almas.
- Pero sólo almas buenas, ¿no?
- Ajá.
- Pues déjeme hacerle una pregunta, señor, y contéstemela con sinceridad.
- Adelante.
- ¿Están aquí las almas de Francisco Franco y de Augusto Pinochet?
- ¡Claro que no! ¿Por quién me has tomado?
- Es que en la Tierra, la iglesia católica los mimaba bastante. Franco era el vigía de Occidente y su España la reserva espiritual de la cristiandad toda. Y Augusto Pinochet exterminó el pensamiento ateo y marxista en Chile. O, al menos, lo intentó con los cuerpos que lo albergaban. A los jerarcas de la iglesia se les veía muy a gusto a su vera. Incluso les llegaban a prestar los palios. Pensaba que todos ellos estarían aquí, tratados a cuerpo de rey.
- Pero fíjate bien, muchacho. ¿Ves a algún jerarca de la iglesia católica por aquí?
- Sólo a Juan XXIII.
- También está monseñor Luciani, pero, fiel a su humildad de siempre, pasa desapercibido.
- Juan Pablo I...
- Ése mismo. ¿Ves a alguno más?
- No.
- Pues ya está todo dicho. ¡Entonces qué...! ¿Te quedas?
- Pues va a ser que sí.
- Perdona, te llamabas...
- Víctor Jara.
- Bienvenido.

Y tras haber inventado esta escena, mira tú por dónde, el cielo ha empezado a parecerme un lugar a tener en cuenta.

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